Catar un vino no es solo beberlo, es vivirlo. Es descubrir sus aromas, su historia y su carácter. En nuestro viñedo, creemos que cada cata es una experiencia sensorial que conecta al vino con quien lo disfruta.
La experiencia comienza con la vista. Sirve el vino en una copa transparente y observa su color, su brillo y su densidad. Un vino joven suele tener tonos vivos y brillantes; uno con crianza muestra matices más profundos y complejos.
Acércate a la copa y respira profundamente. Encontrarás notas frutales, florales, especiadas o tostadas, según su variedad y elaboración. En nuestros vinos, los aromas hablan de la tierra, del clima y de la paciencia de la crianza.
Da un sorbo y deja que el vino recorra tu boca. Siente su textura, su acidez, su dulzor y sus taninos. Un buen vino no solo tiene buen sabor, sino que también deja un recuerdo duradero en el paladar.
Más allá de técnicas y protocolos, la cata es un momento para disfrutar. Comparte una botella con amigos, acompáñala de una buena comida o simplemente tómate un instante para ti, con la copa en mano y el corazón abierto.
En nuestro viñedo, las catas son una puerta de entrada a un mundo lleno de matices. Te invitamos a visitarnos, recorrer nuestras viñas y descubrir cómo la pasión y la tierra se transforman en vino.
