SUELO Y CLIMA

Terruños únicos que dan carácter y personalidad

Guadalajara

Sacedón

En Sacedón, nuestros viñedos crecen sobre suelos calizos y pedregosos, ideales para el cultivo de la vid. El calcio presente en el suelo favorece la absorción de minerales esenciales y mejora la estructura del vino, mientras que las piedras facilitan el drenaje y evitan el encharcamiento. La cercanía de los embalses de Entrepeñas y Buendía regula las temperaturas y crea un microclima suave que protege las viñas de los extremos climáticos. Este entorno contribuye a vinos frescos, con buena acidez y gran capacidad de guarda.

Madrid

Villa del Prado

En Villa del Prado, nuestros viñedos se asientan sobre suelos aluviales, arcilloso-calcáreos, que combinan un excelente drenaje con la capacidad de retener la humedad necesaria para la vid. El relieve ondulado y la orientación de las parcelas favorecen una maduración lenta y equilibrada. El microclima de la zona, con días soleados y noches frescas, permite que variedades como Syrah, Cabernet Sauvignon o Merlot desarrollen aromas intensos, taninos sedosos y una gran capacidad de guarda.

Influencia en la acidez, estructura y longevidad

La combinación de suelo y clima en nuestras fincas influye directamente en el perfil de nuestros vinos. Los suelos calizos aportan acidez natural, clave para la frescura y longevidad; la mineralidad de los terrenos pedregosos añade complejidad; y la presencia de arcilla mejora la estructura y el cuerpo. Gracias a este equilibrio, nuestros vinos tienen una acidez estable, una estructura sólida y un gran potencial de envejecimiento.

Condiciones climáticas y adaptación natural

Tanto en Sacedón como en Villa del Prado, el clima combina inviernos fríos y veranos calurosos, con marcadas diferencias de temperatura entre el día y la noche.

Esta oscilación favorece el desarrollo aromático y la concentración de polifenoles en la uva. Nuestros viñedos se han adaptado de forma natural a estas condiciones: las raíces profundas buscan agua en los suelos pedregosos, y la vegetación circundante ayuda a proteger las viñas del viento y la erosión.

Esta interacción constante con el entorno garantiza la autenticidad de cada añada.

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